8 sept 2011

Dejar huella a nuestro paso.

Por Manuel Basurto V.
Hace poco desperté una mañana con un recuerdo claro de mi adolescencia. En esa imagen íbamos caminando junto con un grupo de compañeros alrededor de un apuesto hombre de unos veinte y tantos años, recuerdo que llevaba un traje típico de los 60, camisa sin corbata y el cabello un poco largo y despeinado al estilo de Los Beatles.
Por esa época yo tendría unos 15 o 16, estudiaba en un internado y los curas que lo dirigían se preocupaban mucho, gracias a Dios, porque sus chicos (nosotros), enriqueciéramos nuestras vidas recibiendo visitas de gente sobresaliente de la sociedad. Del personaje que nos visitaba esta vez, ya habíamos oído hablar e inclusive en alguna oportunidad habíamos podido verlo en plena actuación.
Su nombre, Manuel Benítez, más conocido como “El cordobés”, para los que no son de mi generación, “el cordobés” fue un torero español de los años 60, que según teníamos entendido por los aficionados taurinos, era un torero fuera de serie, no solo por su estilo e imagen si no más que todo porque al estar en el ruedo rompía con todos los esquemas de la tauromaquia, y debido a ese estilo iconoclasta siempre hacía noticia.
“Se atrevió a torear sin saber torear, no conocía las reglas del juego; su valor resultó suficiente y determinante para lograr su objetivo. Supo desarrollar y mantener cuidadosamente su imagen de joven rebelde. Se dejó crecer la melena y la barba, reflejo contestatario
de una juventud con ganas de torcer el destino previsto para ellos por sus padres adaptados al momento social que se vivía en la España de los años sesenta”. (Extracto tomado de Wikipedía)
Lo cierto es que “el cordobés” nos estaba visitando en la escuela y ahí estaba yo caminando a tan solo unos centímetros cerca de él. Como toda persona ocupada su paso era ligero sin por eso dejar de prestar atención a las diversas preguntas que le hacíamos mis compañeros y yo y que versaban sobre cuántas veces lo había corneado un toro, si había estado al borde de la muerte y muchas otras más.

Esta mañana más de 40 años después, estaba reflexionando sobre el porqué un contacto tan breve con una persona como el cordobés, había dejado una impresión tan honda en mí, así que comencé a enumerar en mi imaginación las posibles causas de ese efecto:
- Definitivamente una fue el conocer su valor y coraje para torear como lo     hacía.
- Otra que llamó mucho mi atención era sus orígenes tan humildes, fue huérfano, pobre y de escasa educación.
- Su pasión por lo que creía y hacía indudablemente era admirable.
- La sencillez y simplicidad con que se comunicaba y se hacía uno con la gente.
- El aspecto vibrante y rebelde que trasmitía.
Al tiempo que reflexionaba sobre la buena influencia que tuvo este hombre en mi adolescencia, pensé en lo importante que es para cada nueva generación que existan personas a quienes puedan admirar y que les motiven a buscar más allá de lo comúnmente aceptado para descubrir lo que realmente son y proyectarlo a los demás. Para mi grata sorpresa encontré este vídeo en Internet donde se entrevista a “el cordobés” el año 2010 a los 75 años de edad, véanlo por Uds. mismos!

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