25 oct 2011

Manténganse Hambrientos! Manténganse Alocados ! (parte 3)


Por Manuel Basurto V.
Porque casi todo –todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso –todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solamente aquello que es realmente importante. Steve J.
Hace unos pocos años leí un libro donde el autor recomienda visitar los cementerios como un buen lugar para meditar, decía que es bueno ver en que se concluyen todas las vicisitudes de la vida humana,
solo en unas cuantas palabras que estarán escritas en tú lapida: fulano de tal, nació y murió en tal fecha. La primera vez que leí eso me pareció hasta un tanto negativo e injusto, pero reflexionando a través del tiempo he llegado a ver que en realidad expresa una contundente verdad. Es que cuando uno piensa en lo transitorio de nuestra existencia terrenal, pareciera que tomamos una mejor perspectiva de la vida, aquilatamos lo que en verdad es valioso y tomamos distancia de lo que es vano y superfluo. Y claro, lo mejor es darnos cuenta de eso antes de llegar a las puertas de la muerte. Obviamente que nadie quiere morir, como dice Jobs, aun los que creen que van a ir al cielo no quieren morir y la mayoría evitamos inclusive hablar acerca de ello,
sin embargo la presencia de la muerte está constantemente alrededor nuestro, la vemos, la escuchamos, hasta se hace escarnio de algunos asesinatos y cada tanto nos enteramos sorpresivamente que alguien ya no está más con nosotros.
Recordar que van a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder. Ya están desnudos. No hay ninguna razón para no seguir a su corazón.
Esto me recuerda la historia de un guerrero de la antigüedad a quien le habían diagnosticado una enfermedad incurable, conocedor de su situación se convirtió en el más osado y valiente de su ejército, no había misión por temeraria que fuese que él no estuviera dispuesto a enfrentar. Con el correr del tiempo y quizás debido a su misma actitud, resultó que fue mejorando hasta quedar completamente sano.Solamente que al recobrar su salud recobró también el temor a perder la vida, por lo que dejó de ser el soldado valiente y aguerrido de antes.  
Es muy cierto que nos sentimos más osados cuando enfrentamos situaciones en las que no tenemos nada que perder, pero cuantas veces estamos dispuestos a seguir nuestras corazonadas sobre todo cuando estas nos impulsan hacia lo incierto o desconocido. Inclusive diría que para la mayoría de gente las corazonadas o la intuición representan sentidos muy vagos y nebulosos, que solo funcionan como por golpe de suerte, pero podemos apreciar que los grandes hombres mantenían una relación muy estrecha con esos sentidos, tanto así que eran los que guiaban su vida y no tuvieron reparos en seguirlos.
Creo también que tener presente que llegamos a este mundo desnudos y que nos iremos también desnudos, nos ayuda a poner en la perspectiva correcta nuestras posesiones, sean estas del carácter que sean. 
¿Qué tenéis que no hayáis recibido? pregunta la Biblia y luego responde: Toda buena dádiva y  todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces.

Es frecuente escuchar de personas que aunque tuvieron un éxito aparente en sus vidas, manifiestan con pesar que para conseguir ese “éxito” sacrificaron otros aspectos de mucho más valor que si pudieran, agradecerían recuperar, y eso va desde su salud tanto física como espiritual, hasta sus relaciones familiares, sentimentales, amistades, etc. Como bien se ha dicho: 
Si el trayecto al éxito está plagado de infelicidad, la meta lograda también lo estará. 
Esto no quiere decir que no aspiremos a logros mayores en la vida, lo único es que no entremos en ese trayecto como en una vorágine, tan absortos en querer conseguir lo que deseamos que perdamos de vista lo más valioso que ésta nos ofrece cada momento y que se nos presenta de una manera increíblemente simple. Como dijo el filosofo Nietzsche después de un estado de profunda quietud: 
“Cuan poco es lo que se necesita para experimentar la felicidad”.

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