5 ene 2012

Autentica autoestima u otra mascara del ego .

Por Manuel Basurto V.
Investigando y reflexionando acerca de los posibles obstáculos que a muchos incluido yo, no nos ha permitido dar los pasos en dirección a realizar nuestros sueños, me he encontrado con el factor de la autoestima como piedra fundamental. Desde hace un tiempo se le ha venido dando mucho uso y énfasis a este concepto y existen cantidad de consejos
acerca de como hay que mantener nuestra autoestima muy alta, lo que se debe hacer para fortalecerla desde temprana edad, las causas de tenerla baja, etc. 

Quizás por ignorancia siempre tuve la impresión que autoestima era algo que se conseguía por medio de factores externos como la aceptación de los demás o por una especie de autosugestión y repitiéndose para uno mismo y los otros algún tipo de mandra como "tu vales mucho", "eres único", "eres talentoso" o algo por el estilo. No fue si no hasta hace poco que leyendo a Wyane Dyer comencé a entender de una manera diferente y mucho más real y aplicable
a mi parecer, el significado de la autoestima y su importancia, por lo cual le agradezco profundamente. 

Mi intención al escribir sobre este tema es hacer la función de un pequeño re-transmisor a la vez que comparto mis propias inquietudes y conclusiones que podrían ser de utilidad a alguien más. 
  
Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno del respeto incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse a sí mismo y que se le estime. Wikipedia.

Creo que el punto principal de la cuestión es que al contrario de lo que muchos pensamos la autoestima o el valor personal, no depende de factores externos, si no que nace del conocimiento y aceptación de uno mismo y ese conocimiento no se hace una realidad en nuestras vidas, hasta que tomamos conciencia de ¿donde? y ¿como? es que llegamos a este mundo. 

Más allá de la función y genética de nuestros padres y las explicaciones científicas que nos puedan dar lo esencial es que la creación y lo que infunde vida a un ser humano escapa a nuestro entendimiento, por lo que hay que remitirse al plano de lo sobrenatural y divino. Para resumir creo que nuestra aparición en esta tierra es simplemente la expresión de una inteligencia superior de la cual procedemos y de la que somos parte. 

Somos parte de Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 

Por el solo hecho de existir como creación de Dios ya tenemos un valor inapreciable. Pero perdemos de vista este valor cuando es reemplazado muchas veces inconscientemente, por falsos valores relacionados con nuestra forma y no con nuestra esencia, de la que nos alejamos cuando damos mucha importancia a cosas como; nuestra apariencia física, posesiones materiales o intelectuales y lo que hemos logrado o no materialmente hablando. 

Suele pasar que esos conceptos sean elevados o bajos determinan con frecuencia nuestra autoestima o el valor que creemos tener. Opino que esta percepción es equivocada y cuanto más cuando depende de la opinión de los demás, sean nuestros padres, maestros o amigos. Considero esta manera de valorarnos un tanto perjudicial, primero porque lo que piensan los demás es solo eso, pensamientos y opiniones que no necesariamente son la realidad pero que viniendo de gente bienintencionada ejercen una tremenda influencia en nosotros. 

Y lo segundo es que como parte de la creación divina ya contamos con todo el valor autentico que podemos necesitar.
Desde muy joven me llamó mucho la atención un pensamiento de Herman Hesse en su libro Demian: El que quiere nacer tiene que destruir un mundo. Y creo que es muy cierto, el que quiera nacer espiritualmente hablando, tiene que literalmente destruir un mundo de pensamientos y pre-conceptos heredados que llevamos a cuestas y que muchas veces no nos permite descubrir quienes somos y nuestro autentico valor para cumplir así el propósito para el cual fuimos creados. 

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