12 feb 2012

Vanidad de vanidades y el Sentido de la Vida.

Por Manuel Basurto V.
La vanidad se define como un tipo de arrogancia, engreimiento, una percepción exagerada de la soberbia. De acuerdo a la teología cristiana clásica, la vanidad hace que el hombre no necesite de Dios. Es considerado muy a menudo como el «vicio maestro».
Hace unos días estuve leyendo el libro de un amigo a quien suelo visitar cada semana y que actualmente tiene 80 años, su libro es una especie de auto-biografía y aunque no deja de ser interesante, al mirar las fotos que muestran el paso de sus años
y los relatos de lo que hizo durante su vida, me embarga un sentimiento de tristeza.

Quizás sea porque al leer la vida de alguien se puede ver cuan pequeña es nuestra contribución al mundo y cuan fugaz nuestro paso por el. Posiblemente para mi amigo no sea así como seguro tampoco lo es para cualquiera de nosotros que seguramente sentimos que lo que hacemos en nuestra vida tiene gran valor. Y es que definitivamente cada existencia es muy valiosa. 

A lo que me refiero es que a veces sobre valoramos lo que llegamos a realizar aquilatandolo principalmente por nuestros logros, lo que creemos haber alcanzado, el reconocimiento que hemos recibido, todo lo aparente y externo sobretodo si nos ha demandado esfuerzo. Pero visto dentro del panorama completo de la vida, el universo y la inmensidad de gente y sus diversas manifestaciones quedamos como una pequeña partícula. Podríamos decir que la vida de un ser humano es grandiosa y pequeña a la vez.

Siempre me llamó la atención el libro de Eclesiastés escrito por el rey Salomón porque habla en profundidad de la vida del hombre en sus diferentes etapas y lo más llamativo es que resume todo lo que este hace como "Vanidad de vanidades". Y esta definición parece tan acertada cuando se da una mirada panorámica a la vida de la gente, como sucede al leer una biografía o ver una película basada en hechos reales. 80 años parecen casi nada y todo aquello por lo que uno se afana y cree importante se va disolviendo hasta convertirse en meros recuerdos y después el olvido. De la misma manera como se va disolviendo nuestra forma física, serán estos pensamientos y sentimientos los que nos llevan a buscar un sentido a nuestra vida.

"Uno se vuelve filósofo el día en que descubre que ignora cuál es el sentido de su vida y se resuelve a buscarlo sistemáticamente por el camino de la razón. Hasta entonces había vivido de las" opiniones recibidas: creía lo que por término medio se cree, hacía lo que se hace, gozaba como se goza, incluso se rebelaba en ocasiones como y contra lo que uno suele revelarse. Arropado por la tradición, sostenido por los valores y las pautas de conducta de su grupo, traído y llevado por las modas, su existencia transcurría con relativa placidez. Pero un buen día uno siente con estremecimiento que el suelo de creencias que hasta entonces le había sostenido se abre bajo sus pies. Sus convicciones de siempre se le han vuelto repentinamente extrañas. El mundo en el que antes vivía ha resultado ser un gigantesco escenario de teatro donde nada es lo que parece". Leonardo Rodríguez Duplá.

Me parece que cuando uno llega a pensar como este señor Leonardo, es que ha ocurrido un despertar en la persona, sobretodo cuando se siente que "el suelo de nuestras creencias se abre bajo nuestros pies" cuando por algo inesperado el caos y el desorden irrumpen en nuestra vida y nada tiene explicación. A veces uno preferiría que este despertar no ocurriese y que la vida transcurra con relativa placidez sin tener que pasar por esa experiencia. 


Pero casi nadie tiene esa suerte y debemos aceptarla. En compensación el "despierto" recibe la emoción del aprendizaje, del descubrir, de ver la vida como una incesante aventura donde lo más exquisito se esconde en el lugar donde menos se nos ocurre mirar, el momento presente. 

Cuida el presente, porque en él vivirás el resto de tu vida. Facundo Cabral.


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