10 mar 2012

La Fe, Concepción de Dios y Fanatismo religioso.

Por Manuel Basurto V.
Seguramente todos sabemos que una cosa es conocer algo por el nombre y otra es experimentar ese conocimiento. Ocurre con innumerables cosas, un ejemplo sencillo puede ser la miel, muchos podrán decirnos de que color es, su textura, sabor, etc, pero es solo cuando la probamos que reconocemos lo que en realidad es,
y su gusto y sabor queda registrado en nuestro paladar y cerebro de tal manera que siempre que la probemos
la reconoceremos como miel. Incluso si nos la presentaran con diferentes nombres en verdad carecerían de importancia, para nosotros bastaría con probarla para saber que es miel. 

A mi me parece que algo similar ocurre con nuestras creencias en todo orden de cosas, es frecuente que demos por sentado que muchas son de tal o cual manera porque la mayoría lo afirma así o porque lo dicen los medios o los lideres de la política, religión, economía, etc. No solemos preguntarnos si lo que afirman ¿será realmente así? no las "probamos" y seguimos esos pensamientos e ideas de otros como quien sigue a un rebaño.

Y estuve pensando si no es lo mismo con Dios, el Creador, la Fuente, el Todo, la Energía Universal o como queramos llamarlo. Me parece que todos los seres humanos sin importar su raza, credo o condición social intuimos que existe un ser o algo superior del que procedemos y en cierta forma dependemos. 


Esto ha sido así desde los albores de la humanidad, esta procedencia y dependencia los antiguos la atribuían a elementos de la naturaleza como el sol, la tierra, las montañas, el trueno, la luna, etc. todos fenómenos que escapaban a su entendimiento y que por tanto asumían que eran superiores a ellos.También reconocían que su sobre-vivencia en gran parte dependía de estos, por lo cual los trataban con respeto, veneración y aun adoración. 

La biblia dice: 

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las revelo a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 
A mi entender todos tenemos una parte del Espíritu de Dios ya que él es el creador y nos hizo a Su imagen y semejanza y es mediante ese espíritu que podemos escudriñar y examinar hasta lo profundo de Dios. 

Pero que ocurre cuando no nos tomamos la molestia de hacerlo y nuestra fe comienza y termina solo en la superficie, convirtiéndose en meras creencias y conceptos mentales producto solo de nuestros pensamientos o lo que es peor, los pensamientos de alguien más.
¿Que ocurre cuando nuestra fe no está sustentada por una experiencia intima y personal con la divinidad en la que decimos creer? 


Pues es muy fácil que se convierta en fanatismo. Porque lo que creemos al carecer de una base profunda dentro de nosotros nos impele a tener que defenderla. Si lo que creemos lo hubiéramos experimentado íntimamente no tendríamos necesidad de defenderla, sabríamos íntimamente que es así. Esta defensa de nuestras creencias inconscientemente hace que establezcamos una separación del tipo "nosotros los creyentes" y los demás "los perdidos"

Hasta llegamos a pensar que somos una especie de elegidos y que por tanto contamos con un trato especial y directo con Dios y que él nos prodiga una serie de bendiciones y privilegios que les está vedada al que no comparte nuestro credo. ¿Pero será realmente así el proceder de un Dios de Amor? Si creemos en Dios como nuestro Padre Celestial y hacemos una comparación ¿que padre terrenal actuaría de esa manera tan excluyente con sus hijos?



El fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz, particularmente hacia una causa religiosa o política, o hacia un pasatiempo o hobby. Consta de una apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo desmedido y monomanía persistente hacia determinados temas, de modo obstinado, algunas veces indiscriminado y violento.  Wikipedia.

Pienso que una manera de evitar caer en el fanatismo de cualquier índole especialmente si nos sentimos muy convencidos de lo que creemos es recordar el ejemplo de la miel, llámese como se le llame, digamos lo que digamos o hagamos lo que hagamos, la miel no sufrirá ni la más mínima alteración. Si estamos tan convencidos de sus cualidades benéficas lo más que podemos hacer es darlas a conocer y que mejor manera habría que mostrando sus buenos efectos en nosotros mismos e invitando o persuadiendo a que otros también la prueben, la experimenten.

No hay mejor muestra de la calidad de un producto que "un cliente satisfecho" y eso es lo que podríamos presentar como muestra de nuestras creencias religiosas también. Pero sin excluir o separar a las personas solo porque no han tenido oportunidad o no desean probarla sea por la razón que sea.   

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