19 ene 2012

Perdonate, olvidando los errores pasados!

Por Manuel Basurto V.
Siempre tuve el sentimiento de que el perdón estaba relacionado principalmente con perdonar a los demás. Hasta hace poco fue así, luego comencé a ver una nueva faceta del perdón y lo importante que es; el perdón de nosotros mismos.
Muchas veces a la hora de evaluar nuestros actos es frecuente que seamos muy duros y exigentes con nosotros mismos y cuando se aplica ese patrón de medida para uno,
es mucho más difícil ser compasivo con los demás, los que nos ofenden.

Es como un camino de doble vía, somos más capases de perdonar a otros cuando aceptamos nuestros errores y podemos perdonarnos a nosotros mismos. Pero seguramente que lo que más cuesta es reconocer que estuvimos equivocados y es usual que le tengamos cierto temor o rechazo a aceptar nuestros errores, nos incomoda e inquieta y nos sentimos expuestos, aunque ayuda mucho a disminuir nuestro ego y nos hace más humildes. Lo que quizás no entendemos del todo es que justamente de los aparentes fallos y fracasos es que salen las mejores lecciones y oportunidades. Claro que para poder apreciarlas tenemos que hacer las paces con nosotros mismos, partir de un estado de aceptación que sería sinónimo de perdón interior.

Otra cosa que pesa mucho al momento de perdonarnos,es vivir cargando errores del pasado a los cuales les achacamos la causa de nuestras desdichas actuales, “si hubiera sido mejor padre”, “si hubiera sido mejor pareja”, “sino hubiera hecho tal o cual cosa”, “si hubiera tomado tal decisión”, siempre es “si solo hubiera”, pero creo que lo mejor es perdonar y olvidar hasta el momento anterior a este, sabiendo que ya dejo de existir y lo único que cuenta es este preciso instante, en que tenemos la oportunidad de rectificar o aprender de lo que pasó sin necesidad de revivirlo. Lo pasado, pasado está.

También perdonar, está muy relacionado con cómo nos vemos a nosotros mismos o sea la imagen que hemos construido y que creemos ser. Nuestra imagen, ¿es la de alguien que difícilmente se equivoca? ¿nos creemos tan expertos en algo que pensamos que jamás erraríamos en eso? y ¿miramos las equivocaciones de los demás  juzgando, pensando que nosotros nunca cometeríamos un error así?

Para perdonar es bueno saber que en realidad uno mismo es el que determina como será afectado por el comportamiento propio o el de otra persona, en buena cuenta las acciones de los demás son algo que les pertenece, como lo son también las consecuencias, nosotros solo podemos elegir como reaccionar a la situación, aunque se trate de algo ofensivo. Como bien se ha dicho: nadie puede herirnos sin nuestro consentimiento ni siquiera nosotros mismos.

Dependiendo de la imagen propia que tengamos, actuaremos de dos maneras: nos atreveremos a juzgar y condenar a otros, o por el contrario reconoceremos nuestra limitada condición humana, sabedores  de que también cometemos ofensas y fallos y a veces peores que los que miramos en los demás. 
Si partimos de esta última actitud será más sencillo reconocer nuestros errores, pedir perdón, rectificar si fuera posible y seguir adelante; y también aplicar esta misma medida con los errores de los demás.  

Jesús lo resumió sabiamente cuando dijo: No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis  y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.

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