Lo que podemos aprender de las situaciones difíciles.

Por Manuel Basurto V.

Es indudable que todos los seres humanos atravesamos situaciones difíciles en alguno o varios momentos de nuestra vida. Hay sucesos que nos acontecen o afectan directamente a nuestros seres queridos los cuales desearíamos evitar y que nadie en su sano juicio se buscaría o causaría a sí mismo. Hace poco me toco vivir una de esas experiencias difíciles
y aunque está pasando, no dejo de reflexionar intentando rescatar lo mejor de ella, es lo que comparto aquí por si pudiera ser de utilidad a alguien más. 

Cuando se mira detenidamente vemos que con frecuencia solemos acentuar nuestro sufrimiento, por lo general debido a nuestra ignorancia sobre el poder que ejercen nuestros pensamientos y emociones al no saber como controlarlos y encauzarlos hacia lo positivo. 

Casi siempre estos pensamientos también vienen acompañados de imágenes que nos creamos en la mente, nuestra "película" anticipando algo más que podría ocurrir, lo que muchas veces nos genera una terrible ansiedad ya que no hay manera de enfrentar o solucionar lo que aun no ha sucedido. 

Existe una oración muy poderosa que dice: 

"Dios concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia".

Siendo que estas tres cualidades que se mencionan, serenidad, valor y sabiduría son cualidades internas, hay que desarrollarlas internamente a través de la mente y el pensamiento, es en esa zona donde hay que trabajar o enfocarnos si deseamos obtenerlas, ya que aun lo espiritual de alguna manera lo tenemos que captar, entender o percibir a través de nuestra mente y corazón.

Por otro lado hay que reconocer que el dolor y el sufrimiento que nos trae por ejemplo la enfermedad, el sufrimiento o la perdida de un ser querido son intensamente indescriptibles y posiblemente no nos quede otro camino que aceptarlo y atravesar por el. Pero en este caso me estoy refiriendo solo al sufrimiento psicológico que sentimos por desconocer ciertos mecanismos por decirlo de alguna manera, que si los entendiésemos nos aliviaría el paso por esas situaciones difíciles.

Uno de ellos es que en toda situación dolorosa siempre existe como telón de fondo el bien mayor, esto quiere decir que el aparente mal que sufrimos en realidad es solo una sombra transitoria, pero que al afectarnos directamente tiene el efecto de sumirnos en una obscuridad que parece total. Lo cual no nos permite ver que ese aparente mal en realidad tiene por objeto enseñarnos algo, que una vez aprendido nos encaminará hacia ese bien mayor o nos lo traerá a nuestra puerta. Lo que prevalece es la luz aunque momentáneamente nos sintamos a oscuras.

Otra cualidad importante es la paciencia definida como: La virtud de mantener la calma ante la adversidad y los momentos de necesidad. En un mundo acelerado como en el que vivimos esta virtud es cada vez más escasa, ya que con la tecnología hemos llegado a creer que todas las respuestas y soluciones están a solo un click de distancia, olvidando que en realidad nada en el universo funciona de esa forma ni a ese ritmo. Y mucho menos las lecciones que la vida misma trata de enseñarnos a través del dolor y el sufrimiento.

Hay que mencionar también lo importante que es el cuidado de nuestro cuerpo especialmente en esas situaciones difíciles, no descuidar nuestra alimentación y principalmente el descanso. He notado que por lo general la tendencia es a reaccionar y actuar rápidamente para solucionar lo que nos está afectando, esto hace que tomemos decisiones bajo presión del estado emocional que nos embarga, lo cual no es ni sabio ni saludable. 

Así que en vez de actuar bajo esas circunstancias creo que lo recomendable es en la medida de lo posible buscar tranquilizarnos, si es posible retirarnos por momentos de la situación e intentar recobrar la serenidad a fin de poder captar la mejor respuesta, esa que siempre está en nuestro interior.