100 días sin una gota de alcohol. (Primera parte)

Por Manuel Basurto V.

Creo que a la mayoría de gente nos resultan irresistibles escuchar o leer los relatos que involucran detalles personales, en cierta forma nos sentimos fascinados cuando nos cuentan lo que le sucede o sucedió a alguien y cuantos más detalles íntimos contenga más fascinantes nos resultan.

Sin embargo no es tanto así para el narrador de la experiencia sobretodo cuando esta tiene que ver con una debilidad,
error o pecado personal, algo que avergüenza hacer público, pero que la persona se siente impelida a contar porque sabe que alguno o muchos podrían beneficiarse de tal experiencia.

Pienso que es cierto aquello de que "la ignorancia es la mayor causa de infelicidad" como es cierto también que a la gente realmente grande no le importa sacar a luz sus errores o debilidades si al hacerlo contribuirá a librar de esa ignorancia a otros. 

Por mucho tiempo, desde mi juventud consideré, por equivocación e ignorancia, que el consumo de alcohol era algo natural y hasta en cierta forma saludable. Todos sabemos que las bebidas alcohólicas y sus efectos existen desde tiempos inmemoriales, tenemos por ejemplo en la tradición cristiana que Noe después de construir y entrar en el Arca fabricó vino y se embriago y algo malo debió suceder ya que termino maldiciendo a uno de sus hijos; por otro lado está también la famosa conversión del agua en vino de la mejor calidad hecha por el propio Jesús. 

Y así podríamos continuar con historias y ejemplos hasta llegar a nuestros días. El punto es que posiblemente al igual que muchos de uds. yo también creía que el consumo de alcohol era algo natural y que formaba parte de la socialización desde siempre, notese que digo creía, porque hoy por hoy pienso muy diferente. 

Parece que a los seres humanos y principalmente cuando se es joven nos cuesta mucho entender y más aprender de la experiencia ajena, siempre o casi siempre tenemos que poner la mano en el fuego para saber que este en verdad quema, porque no existe maestro más feroz que la propia experiencia aunque es la que mejor enseña.  

Pero volviendo al tema del alcohol, no fue si no hasta hace poco que debido a tener que pasar por una de esas feroces experiencias, tuve necesidad de investigar a fondo, conversar con mucha gente, consultar y asistir a charlas y reuniones para salir de la ignorancia, y entender al fin que el beber alcohol en exceso trae consecuencias muy graves para la salud no solo física, sino sobretodo mental y espiritual. 
Es posible que el lector piense que eso es re-contra sabido y que solo un estúpido podría acarrearse esas consecuencias, ya que hasta en las mismas botellas viene la advertencia "su consumo excesivo daña la salud". 

Sobre lo que no nos advierten las empresas productoras porque no les conviene, es que el consumo excesivo de alcohol puede convertirse en adicción o alcoholismo crónico, cuyos síntomas iniciales son muy difíciles de detectar debido a que es una adicción progresiva y tan común y socialmente aceptada que la mayoría de gente ni siquiera se da cuenta que está en carrera alcohólica. 
Sus efectos son tan subjetivos y engañosos que uno cree estar siempre en control de la bebida, siendo casi imposible determinar por uno mismo, cuanto es un consumo excesivo, hasta que llega una crisis y se cae en cuenta que ya se es un dependiente alcohólico.   

Posiblemente uno de los aspectos por los que nos es muy difícil intentar siquiera hablar del tema, es que está ligado a sensaciones de bienestar, euforia, compañerismo y hasta "felicidad", que son los efectos pasajeros del alcohol, por lo que nadie quiere pensar en perderlos; a pesar de los efectos nocivos inmediatos, como la resaca del día después, la cual viene acompañada no solo de malestar físico, sino lo que es peor, depresión, culpa, remordimiento, impotencia, etc, dependiendo del grado de borrachera que se haya tenido y lo que se haya hecho durante la misma, lo que es peor cuando ni se recuerda.
(Continuará)