La doctora Elizabeth Kübler-Ross, intrigada por todos estos asombrosos
relatos, decidió una vez comprobar por sí misma su veracidad. Y, luego de ser
inducida a una muerte artificial en un laboratorio médico de Virginia,
experimentó dos veces estar fuera de su cuerpo.
"Cuando volví a la conciencia tenía la frase «Shanti Nilaya», que
por cierto no sabía qué significaba, dándome vueltas en mi cabeza. La noche
siguiente la pasé sola, en una pensión aislada en medio del bosque de Blue
Ridge Mountains. Allí, luego de sufrir inexplicables dolores físicos, fue
gratificada con una experiencia de renacimiento que no podría ser descrita con
nuestro lenguaje. Al principio hubo una oscilación o pulsación muy rápida a nivel
del vientre que se extendió por todo mi cuerpo. Esta vibración se extendió a
todo lo que yo miraba: el techo, la pared, el suelo, los muebles, la cama, la
ventana y hasta el cielo que veía a través de ella. Los árboles también fueron
alcanzados por esta vibración y finalmente el planeta Tierra. Efectivamente,
tenía la impresión de que la tierra entera vibraba en cada molécula.
Después vi algo que se parecía al capullo de una flor de loto que se
abría delante de mí para convertirse en una flor maravillosa y detrás apareció
esa luz esplendorosa de la que hablaban siempre mis enfermos. Cuando me
aproximé a la luz a través de la flor de loto abierta y vibrante, fui atraída
por ella suavemente pero cada vez con más intensidad. Fui atraída por el amor
inimaginable, incondicional, hasta fundirme completamente en él. En el instante
en que me uní a esa fuente de luz cesaron todas las vibraciones. Me invadió una
gran calma y caí en un sueño profundo parecido a un trance.
Al despertarme caí en el éxtasis más extraordinario que un ser humano
haya vivido sobre la tierra. Me encontraba en un estado de amor absoluto y
admiraba todo lo que estaba a mi alrededor. Mientras bajaba por una colina
estaba en comunión amorosa, con cada hoja, con cada nube, brizna de hierba y
ser viviente. Sentía incluso las pulsaciones de cada piedrecilla del camino y
pasaba «por encima» de ellas, en el propio sentido del término, interpelándolas
con el pensamiento: «No puedo pisaros, no puedo haceros daño», y cuando llegué
abajo de la colina me di cuenta de que ninguno de mis pasos había tocado el
suelo y no dudé de la realidad de esta vivencia. Se trataba sencillamente de
una percepción como resultado de la conciencia cósmica.
Me fue permitido reconocer la vida en cada cosa de la naturaleza con
este amor que ahora soy incapaz de formular. Me hicieron falta varios días para
volver a encontrarme bien en mi existencia física, y dedicarme a las
trivialidades de la vida cotidiana como fregar lavar la ropa o preparar la
comida para mi familia. Posteriormente averigué que "Shanti Nilaya»
significa el puerto de paz final que nos espera.
Ese estar en casa al que
volveremos un día después de atravesar nuestras angustias, dolores y
sufrimientos, después de haber aprendido a desembarazarnos de todos los dolores
y ser lo que el Creador ha querido que seamos: seres equilibrados que han
comprendido que el amor verdadero no es posesivo".
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