30 oct 2011

El ego...y el perdón como medio de obtener paz.

por Manuel Basurto V.
No creo que exista ser humano que nunca haya ofendido o herido a algún otro, como tampoco alguien que nunca se haya sentido victima de lo mismo por alguien más. Parece que herirnos voluntaria o involuntariamente es parte de la naturaleza humana. Muchas personas viven sintiéndose heridas por periodos largos y algunos durante toda la vida. He escuchado a gente contarme episodios donde fueron víctimas de alguna ofensa y aunque se trate de algo de larga data, lo relatan con la misma intensidad y dolor como si hubiese ocurrido ayer.
Reviven el pasado con tal emoción que el suceso vuelve a cobrar vigencia, inclusive cada vez que lo traen al presente es con algún ingrediente adicional que quizás nunca ocurrió. Cuánto dolor! Cuanta infelicidad! Me he preguntado muchas veces por qué nos es tan difícil perdonar, pese a saber que perdonar significa liberación y paz. "El perdón no siempre es fácil. A veces, es más doloroso que la herida infligida perdonar al que la infligió.Y,sin embargo, no hay paz sin perdón". Marianne Williamson

Seguramente podemos coincidir con esa afirmación de que a veces lo que más duele es tener que perdonar al que nos hirió, se siente algo muy dentro de uno que se resiste y a pesar de que ese sentimiento en realidad no es satisfactorio muchas veces no logramos desprendernos de él. Recurrimos a la frecuente frase: “no daré mi brazo a torcer”. Muchas veces incluso después de haber recibido las disculpas o el reconocimiento de la falta por parte de la otra persona, sentimos que no es suficiente, llevando al otro a preguntarse: ¿pero que quiere? Ya me disculpe, ya reconocí mi error y pedí perdón… ¿por qué no me perdona? ¿Qué más puedo hacer?...
Es muy interesante ver la importancia que casi todos los grandes credos y religiones le dan al perdón:

Cristianismo: Pedro se acercó entonces a él y dijo: “Señor ¿cuántas veces tendrá que pecar mi hermano contra mí, y yo perdonarlo? ¿Acaso siete veces?” Y Jesús le dijo: “te digo no siete veces, sino setenta veces siete”.
Judaísmo: Lo más hermoso que puede hacer el hombre es olvidar el mal.
Islamismo: Perdona al criado setenta veces al día.
Sijismo: Allí donde hay perdón está presente Dios.
Taoísmo: Recompensa el agravio con bondad.
Budismo: El odio jamás disminuye por el odio, solo disminuye por el amor: he aquí una ley eterna.

De una postura de odio hacia los demás saldrá más odio y falta de armonía. Tratando de ser honesto con uno mismo la pregunta que surge es: ¿Por qué nos cuesta tanto perdonar lo que otros nos hacen? Hablo más que todo de actos que por supuesto no atentan contra nuestra vida o la de nuestros seres queridos, aunque en el perdón no existen categorías de ofensas. Quizás una de las razones principales del dolor que sentimos sea porque nuestro ego es el herido, la imagen que teníamos de nosotros mismos se ve resquebrajada por las palabras o actos de otra persona y cuanto más si teníamos expectativas sobre él o ella, que no vemos cumplidas. También ocurre que tenemos una imagen tan elevada de nosotros mismos que no nos permite ser compasivos, entendiendo que somos tan solo humanos.

El perdón es abandonar la queja y dejar ir la tristeza. Ocurre naturalmente una vez que nos damos cuenta que la queja no tiene ningún propósito excepto el de fortalecer un falso sentido de uno mismo. El perdón es no ofrecer resistencia a la vida, permitir a la vida vivir a través de ti. Las alternativas son el dolor y el sufrimiento, una actitud negativa que puede llevarnos hasta la enfermedad física y un grado de locura. Todos necesitamos ser perdonados y sentimos gran alivio cuando nuestras disculpas son aceptadas, pero olvidamos que los demás también necesitan nuestro perdón como lo dijo Jesús: porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro padre os perdonará vuestras ofensas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Apreciamos! tus comentarios a Clip para el Alma!