25 nov 2012

Magnifica reflexión de la científica Rita Levi-montalcini 103 años, premio Nobel de medicina 1986.

¿HAY QUE SER JOVEN POR OBLIGACIÓN?
Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de Medicina en 1986, descubrió cómo crecen y se renuevan las células del sistema nervioso. Casi centenaria, conserva una cabeza excelente, ¿cómo lo hace?; es una pregunta a la que ella responde contundentemente: cuando unas neuronas mueren, otras adyacentes pueden retomar su actividad, pero para que esto se produzca es indispensable tener ilusión. Por eso habla de que la jubilación está destruyendo cerebros; muere la ilusión y muere la capacidad de renovar las células nerviosas que tiene el ser humano.
¿Por qué muere el cerebro al jubilarse?, más bien, ¿por qué las personas van pasando a un segundo plano cuando van haciéndose mayores?, o más determinante aún: ¿por qué se sienten como los demás quieren que se sientan?. Es cierto aquello que leí una vez y que dice que uno acaba siendo lo que su entorno espera que sea, para bien o para mal.
En casi todas las culturas, excepto en la occidental de hoy en día, la edad ha sido siempre sinónimo de sabiduría; no se toma ninguna decisión sin consultar con quien ha vivido y sabe qué probabilidades hay de que las cosas salgan como se espera; qué es un disparate y qué puede ser una buena solución. Actualmente, estamos bombardeados por una gigantesca cultura en la que sólo cuenta la juventud; hay que ser joven o parecerlo, si no no puedes considerarte un auténtico ser humano feliz.

Muchas mujeres se quejan de que a partir de cierta edad resultan invisibles a los hombres. ¿Por qué hay que resultar atractiva a todos los hombres?, ¿por qué no es satisfactorio aspirar a ser la única para un único hombre?, ¿será quizá porque existe la presión inconsciente de que una mujer, si ya no es deseable físicamente, ya no merece la pena como mujer?, ¿no es una consecuencia de la discriminación machista del hombre que ha hecho que, a lo largo de la evolución, clasifique a las mujeres entre deseables y no deseables?. La discriminación afecta a todas: jóvenes y mayores, guapas y feas, porque para estos machistas, si les interesas te utilizan, y si no, te desprecian. ¿Queremos seguir contribuyendo a esto?, yo no, desde luego, y se me ocurre algo para contribuir a que empiecen a cambiar las cosas: los robots. Hace poco leí la noticia de que en breve van a existir en el mercado unas muñecas-robot que van a sustituir sexualmente a la mujer. Estas muñecas podrán tener todas las características físicas que desee la persona que las adquiera, además emitirán sonidos y se podrán mover de varias maneras; el sueño erótico de cualquier hombre. Propongo que los machistas adquieran una de éstas y así dejen de mirar a las mujeres de verdad como puros objetos.

Continuando con la cuestión de la edad, no voy a negar que a mí me encanta que me digan que parezco más joven y cuanto más mejor pero si me dieran la oportunidad de poder rejuvenecer unos cuantos años a cambio de quedarme sólo con las vivencias que tenía a esa edad sin poder conservar todo lo que he aprendido hasta llegar al día de hoy, renunciaría sin dudarlo.
Lo normal es pensar que una persona perfecta lo tiene todo, o al menos todo lo que nos interesa: belleza, salud, cultura, honradez, buena posición, atractivo sin límites pero, en realidad, lo que ocurre es que, en un mundo perfecto, para que se desarrollen unas cualidades hay que dejar atrás otras; no todo es compatible, al menos en el mismo grado; lo ideal es que una etapa sirva de preparación para otra más intensa; el que se queda atrás no avanza. 

No es fácil ser guapísima, sentirse adorada, no tener ninguna dificultad para entablar relaciones ni para agradar a cualquiera con quien tengas que relacionarte, y al mismo tiempo tener inquietudes culturales, desarrollar un interés por escuchar y conocer otras cosas que no sean tú misma. Seguro que todo el mundo aspira a tenerlo todo y a tener a su lado alguien que reúna todas las cualidades que importan de verdad, pero, aunque los seres humanos no nos regimos por las matemáticas, sí existe la ley de la balanza en la naturaleza; si unas cosas te resultan fáciles, no sientes la necesidad de esforzarte más y cuando pierdes lo que tienes te cuesta horrores remontar. 


Me diréis que se puede ser tremendamente deseable y al mismo tiempo desarrollar otros valores que afecten a distintas facetas de la vida como el cultural, el profesional, la empatía hacia otras personas, etc. Es cierto, pero a la hora de la verdad, una persona que está tan satisfecha de sí misma no tiene el estímulo necesario para desarrollar otros campos; simplemente, no considera que merezca la pena un esfuerzo extra. Por ejemplo, es raro el caso de la modelo que triunfa en algo que no sea la pasarela o la publicidad; como sólo con una imagen ya tiene éxito, se ha concentrado en eso y no ha necesitado trabajarse en otros terrenos; ya hemos visto en varias ocasiones los casos de supermodelos que, siendo tremendamente famosas, han fracasado por completo en el cine porque cuando se trata de mostrar otra faceta, como la interpretación, carecen de la expresividad necesaria para que su personaje resulte interesante.


Cuando era muy joven siempre observaba lo mismo entre las compañeras: la que no tenía problemas de chicos, se quejaba de no tener buenas amigas, así como la que siempre estaba rodeada de buenas amigas tenía unas dificultades increíbles para tener novio o, siquiera, un ligue. Así es la vida en todo; el que es un número uno en el trabajo, tiene una vida personal y familiar bastante pobre o bastante descuidada; el que se dedica demasiado a la actividad física no tiene tiempo para lo intelectual y viceversa; el que tiene facilidades para algo, se descuida, y el que se concentra mucho en un único objetivo, deja escapar otros objetivos que más tarde echará de menos. 

Esta es mi teoría de la balanza; hay que cultivar varias facetas y diversas inquietudes, sin concentrarse demasiado en ser el mejor en algo concreto sino en cubrir satisfactoriamente varios campos que son importantes para estar bien y disfrutar de la vida. Me impacta ver a personas que lo fueron todo en algún terreno concreto y que ahora, al perder ese estatus, viven amargadas; cuántas mujeres que han perdido la belleza también han perdido la ilusión por la vida, cuántos triunfadores que se han quedado sin familia y viven sus éxitos en soledad.


Lo mismo pienso de la edad: es imposible ser joven y, al mismo tiempo, tener la experiencia necesaria como para haber desarrollado el sentido común suficiente para vivir feliz y estar tranquilo en toda situación que se pueda presentar.
Estoy convencida de que el auténtico atractivo de una persona va aumentando con la edad, y me refiero a lo que resulta agradable de verdad, no a la pura atracción sexual; no se trata de negar la evidencia; cuando oigo a alguien que dice que a cualquier edad se puede ser igual de deseable físicamente, no puedo más que sonreírme y replicar que la biología sí tiene edad, y no tiene por qué ser algo triste. La naturaleza tiene sus mecanismos para lograr que los seres vivos se reproduzcan y, en el caso de la reproducción sexual, una de estas tretas consiste en elegir una pareja que garantice que las crías van a salir adelante. 

Por eso, hace mucho que la ciencia sabe que, por instinto, los animales y, en particular, el ser humano, se siente atraído por determinadas características a la hora de elegir pareja sexual: juventud suficiente para engendrar hijos sanos, aspecto saludable que indique que no se heredarán taras genéticas, etc. Los antropólogos coinciden en señalar que los hombres dan prioridad a lo físico y que las mujeres insisten más en la capacidad de su pareja para poder mantener a la descendencia. Es algo que está ahí sin que lo sepamos; lo llevamos en el código genético y no podemos hacer nada por eliminarlo, nos guste o no; no podemos ir contra la naturaleza; me río cuando alguien me dice que se ha enamorado curiosamente del más guapo o más guapa o del mejor situado, etc y que no lo ha hecho por lo que lo hace todo el mundo sino que es por sus cualidades internas. Y estoy segura de que se lo cree de verdad, así funcionamos, pero es un ejemplo más de lo que nos condiciona la genética, con sus comportamientos aprendidos a lo largo de la evolución de la especie y de todas las especies.


Por eso, no se trata de negar la evidencia, ni de hacer creer a todo el mundo que a cualquier edad se puede ser tan sexi como a los 20 años. No se trata de esto pero, ¿quién quiere esto?, ¿quién quiere quedarse toda la vida encerrado en su casa cuando se puede salir a disfrutar de todo lo que nos ofrece el mundo?, ¿quién quiere tener la misma mentalidad de un niño por muy tersa que tenga la piel y muy ágil que sea?. La edad ofrece infinitas posibilidades de disfrutar de la vida y me entristece mucho ver cómo mucha gente se lamenta de tener años y se auto-limitan enormemente de forma que, o parecen jóvenes o no se sienten bien. ¡Qué pena cuando veo que alguien intenta aparentar lo que no es!, cuando se obligan a tener un comportamiento y un aspecto determinado para no resultar mayores. Recuerdo una vez, cuando yo tenía unos 20 años, que se unió al grupo de amigos una chica de mi edad que se había echado un novio mucho mayor que ella. Novio que para no parecer mayor intentaba ser el más simpático y el más dinámico de todos, algo que yo veía patético y que me hacía pensar que realmente era un hombre mayor para esa chica; probablemente, si se hubiera comportado de una forma natural, no me hubiera parecido extraño que dos personas de distinta edad se enamoraran. 

Y ¡qué pena también cuando, al ver que ya no son jóvenes, se resignan a una vida de auténtico jubilado-retirado cuya única aspiración es que vayan pasando los días sin pena ni gloria! Pues eso, que a medida que pasan los años puedes elegir ser de dos maneras: de los que se van auto limitando y retirándose de la vida porque se sienten una sobra que ya no es interesante para nadie, y mucho menos para sí mismos, o de los que son conscientes de que se van enriqueciendo con los años y no sólo han aprendido a disfrutar de capacidades como el saber escuchar y dialogar con todo tipo de personas, desarrollar inquietudes culturales, elegir lo que realmente saben que les satisface desde lo más intrascendente hasta lo más crucial en definitiva, lo puedo resumir en dos palabras: Sentido común. Para ser feliz hace falta sentido común y la mayoría sólo podemos obtenerlo después de habernos equivocado mucho o, como a mí me gusta decirlo: después de haber tomado decisiones y ver que el resultado no es el que queríamos que fuera.


Experiencia es como lo han llamado siempre; te pasas por un lado, te pasas por el otro y, al final, ya sabes qué puedes encontrarte en ambos lados y, aunque no haya ninguna garantía de acertar, al menos no sigues dando palos de ciego. Para mí inteligencia es sinónimo de sentido común; la capacidad intelectual por sí sola no indica nada, muchos desequilibrados y muchas personas que no saben manejarse ni en la más elemental de las situaciones del día a día tienen un coeficiente de tres cifras. Hasta para ser bella hay que utilizar la cabeza; una de las cosas que más observo en las revistas son los arreglos estéticos, el maquillaje y la ropa de algunos famosos que se supone que han triunfado por tener un gran talento y que, además, disponen de medios más que suficientes para poder elegir el aspecto que les gusta. En muchos casos es increíble que no vean la realidad; ¿trastorno transitorio?, no, falta de objetividad, en definitiva lo de siempre: falta de sentido común. Con los años puedes llegar a ser una persona realmente atractiva. Atractiva de verdad, no de esas que enganchan enseguida pero que, como las pilas, van perdiendo su capacidad de resultar interesantes; satisfecha la curiosidad inicial, ya no hay más que aportar, pasamos a otra cosa.


De lo que hablo es del encanto de verdad; ese don que envuelve a alguien y que convierte a esa persona en un auténtico imán. Y no voy a decir eso de que la belleza es interior y que lo esencial es invisible a los ojos. Todo esto ya lo sabemos pero también sabemos que cuando admiramos a alguien lo admiramos en conjunto; tú no eres valiosa porque lleves ropa de una determinada marca, esa ropa es especial porque la llevas tú y es eso lo que la hace glamourosa (¿o debería escribirse glamoroso, que es la única forma en la que no me sale subrayado de rojo como si estuviera mal escrito). El encanto es un conjunto de cosas; el cuidado exterior ayuda a sentirse bien en el interior, así como la riqueza interior emana y hace que el exterior resulte agradable.

Creo que la gente se retira de la vida cuando se siente vieja y mi propuesta es que dejemos de repetir frases como: si fuera más joven o la juventud se lleva por dentro. No hay que ser más joven para sentirse bien, sólo hay que se conscientes de que la edad es algo bueno, no algo de lo que haya que lamentarse. Seamos conscientes de las ventajas que tiene la edad y disfrutémoslas, así podremos tener siempre un cerebro poderoso como indicaba Rita Levi-Montalcini- ¿Quién quiere ser un niño toda la vida?, cada etapa tiene sus satisfacciones y al final, cuanta más edad, más capacidad de ser feliz.

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