¡Si quieres un amigo, domestica me! |
Me llamó la atención ver que los expertos hablan de 3 fuerzas que conforman nuestro desarrollo: nuestro temperamento personal, nuestros padres y nuestros contemporáneos o amigos. Indudablemente que nuestros padres y familiares tienen una poderosa influencia en nosotros. Pero dicen que aún más fuerte es la de nuestros amigos, sobre todo cuando somos jóvenes. En buena cuenta no elegimos a nuestra familia
pero sí podemos elegir a nuestros amigos.
Definiciones
de amistad hay incontables y esta me encantó: “Otros estudiosos afirman que
amigo es un vocablo griego compuesto por a (“sin”) y ego (“yo”) por lo que
amigo significaría “sin mi yo”. De acuerdo a esta
definición resalta para mí que un requisito indispensable para ser un amigo es dejar de lado “el yo” y es tan cierto el dicho popular de que los
verdaderos amigos son “como uña y carne” o sea dejan de lado sus egos para hacerse
uno con sus amigos. Aunque dicen que es un vínculo común que la mayoría de
seres humanos tienen… me preguntaba ¿cuán común es tener un amigo? por lo menos a
la mayoría de personas a las que he preguntado se quedan pensando vacilantes, como si tuvieran que hurgar muy hondo y casi siempre responden que tienen conocidos, colegas, compañeros de
trabajo, etc. y muy pocas manifiestan tener amigos.
Existen tres tipos de amistad: “por interés, por placer y
por el bien; pero sólo la que surge del bien merece llamarse amistad”.
(Aristóteles). Quizás sea esta una de las razones por la que la amistad parece
ser tan escasa hoy, será que la hemos confundido con interés y placer y hemos dejado de lado el bien. Es cierto que
la amistad puede presentarse en diferentes etapas de la vida, con distintos
grados de importancia y trascendencia.
En mi caso una de las primeras amistades se dio en la
adolescencia, aunque este amigo siendo mayor, diría que fue más como un mentor-amigo,
cuando cumplí 15 o 16 me obsequió un libro que me impresionaría para siempre,
al comienzo pensé que se trataba de un cuento infantil, pero gracias a las charlas con él comencé a entender que de infantil solo tenía
los dibujos y ni aun eso. Fue la primera vez que vislumbre lo que significaba
la amistad al leer diálogos como este:
“Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro— Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!” (El Principito).
Cuando habla de domesticar se refiere al tiempo y la paciencia que toma conocer a las personas, sabemos que nada de calidad se puede lograr rápido y mucho menos una relación entre humanos. La amistad verdadera necesita ser cultivada. Como dije antes este amigo fue más como un maestro, porque de él aprendí a escuchar buena música, leer buenos libros, ver buen cine, y mucho más, pero yo diría que sobretodo me enseñó a descubrir que existía todo un mundo por explorar dentro de uno mismo y más allá de las apariencias externas. Lo esencial es invisible a los ojos. (El Principito).
“Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro— Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!” (El Principito).
Cuando habla de domesticar se refiere al tiempo y la paciencia que toma conocer a las personas, sabemos que nada de calidad se puede lograr rápido y mucho menos una relación entre humanos. La amistad verdadera necesita ser cultivada. Como dije antes este amigo fue más como un maestro, porque de él aprendí a escuchar buena música, leer buenos libros, ver buen cine, y mucho más, pero yo diría que sobretodo me enseñó a descubrir que existía todo un mundo por explorar dentro de uno mismo y más allá de las apariencias externas. Lo esencial es invisible a los ojos. (El Principito).
La segunda oportunidad llegó de la manera más inesperada y
ahí coincido que tanto la amistad o el amor en cualquiera de sus expresiones
llegan cuando menos se espera. Por esa época yo bordeaba los 30 años sabía que
las palabras de Jesús podían obrar transformaciones en quienes la recibían,
porque yo mismo lo había experimentado, así que estaba convencido que había que
darla a conocer a tantos como se pudiera, y uno de los medios de entonces era
repartir folletos del evangelio.
Aun hoy creo en el poder transformador de esas palabras sobre todo si el que las da es un buen ejemplo y nos ayuda a ver ese poder. Una noche repartiendo estos folletos me topé con el que llegaría a ser otro de mis grandes amigos. Sentados en una plaza pública intercambiamos palabras y nos contamos brevemente aspectos generales de nuestras vidas, para luego desembocar en una charla de temas más profundos. Cuando nos disponíamos a despedirnos lo invite a hacer una pequeña oración pensando que quizás no volveríamos a vernos, terminada la cual nos despedimos agradeciéndonos mutuamente la compañía y el buen momento. Como es usual para cualquier hombre de negocios, este amigo me dio su tarjeta personal diciéndome que lo llamara si alguna vez visitaba su ciudad que quedaba a 1000 kilómetros de la mía.
A partir de ahí nuestros encuentros sucedieron de las maneras más curiosas, el primero ocurrió mucho tiempo después, cuando estando yo de visita en la ciudad en la que él vivía, me disponía a cruzar una avenida (hablo de una ciudad de 5 millones de habitantes en ese entonces) cuando el semáforo cambió a rojo y se detiene su auto justo al lado mío, nos reconocimos y antes de arrancar me dijo: visíteme! Días después fui a la dirección que me había dado y me encontré con una residencia en un barrio exclusivo, este amigo resulto ser un prominente empresario.
Por eso época yo era un voluntario a tiempo completo en un movimiento cristiano por lo que vivía bastante alejado de las cosas del mundo, en cambio mi amigo estaba entrando en el cenit empresarial, acompañado de todo lo que eso representa, ganancias monetarias, compromisos sociales, viajes y diversión, adquisición de bienes, etc. Sin obviar por supuesto el trabajo y el sacrificio que conlleva el crecimiento de una empresa. Así que se podría decir que éramos bastante opuestos, sin embargo algo que caracterizó nuestra amistad fue un gran respeto el uno por el otro. Resulta paradójico que de mi primer amigo aprendiera mucho relacionado al mundo espiritual (invisible) y del segundo aprendí mucho del mundo material (visible) el que llamamos realidad, ya que debido a nuestra amistad ambos queríamos aportar al otro lo que creíamos valioso.
Aun hoy creo en el poder transformador de esas palabras sobre todo si el que las da es un buen ejemplo y nos ayuda a ver ese poder. Una noche repartiendo estos folletos me topé con el que llegaría a ser otro de mis grandes amigos. Sentados en una plaza pública intercambiamos palabras y nos contamos brevemente aspectos generales de nuestras vidas, para luego desembocar en una charla de temas más profundos. Cuando nos disponíamos a despedirnos lo invite a hacer una pequeña oración pensando que quizás no volveríamos a vernos, terminada la cual nos despedimos agradeciéndonos mutuamente la compañía y el buen momento. Como es usual para cualquier hombre de negocios, este amigo me dio su tarjeta personal diciéndome que lo llamara si alguna vez visitaba su ciudad que quedaba a 1000 kilómetros de la mía.
A partir de ahí nuestros encuentros sucedieron de las maneras más curiosas, el primero ocurrió mucho tiempo después, cuando estando yo de visita en la ciudad en la que él vivía, me disponía a cruzar una avenida (hablo de una ciudad de 5 millones de habitantes en ese entonces) cuando el semáforo cambió a rojo y se detiene su auto justo al lado mío, nos reconocimos y antes de arrancar me dijo: visíteme! Días después fui a la dirección que me había dado y me encontré con una residencia en un barrio exclusivo, este amigo resulto ser un prominente empresario.
Por eso época yo era un voluntario a tiempo completo en un movimiento cristiano por lo que vivía bastante alejado de las cosas del mundo, en cambio mi amigo estaba entrando en el cenit empresarial, acompañado de todo lo que eso representa, ganancias monetarias, compromisos sociales, viajes y diversión, adquisición de bienes, etc. Sin obviar por supuesto el trabajo y el sacrificio que conlleva el crecimiento de una empresa. Así que se podría decir que éramos bastante opuestos, sin embargo algo que caracterizó nuestra amistad fue un gran respeto el uno por el otro. Resulta paradójico que de mi primer amigo aprendiera mucho relacionado al mundo espiritual (invisible) y del segundo aprendí mucho del mundo material (visible) el que llamamos realidad, ya que debido a nuestra amistad ambos queríamos aportar al otro lo que creíamos valioso.
"La amistad entre dos seres, es confianza, compartir
las alegrías y las tristezas, las confidencias, no sentirse ni juzgado ni
envidiado. La amistad es una clase de amor, es un sentimiento muy profundo y
muy sincero, es noble, bello...“(anónimo).
Me encantaría poder plasmar en palabras los momentos de
“mágica alegría” que compartimos juntos, seguramente los que tienen o han
tenido la dicha de tener un amigo lo
entenderán más allá de las palabras. Diría que en esencia había un complemento
que aportamos el uno a la vida del otro. Nuestra amistad duró muchos años a
través de los cuales fuimos madurando y aunque nuestros senderos parecían muy diferentes, siempre existió aquel vinculo
maravilloso que une a los verdaderos amigos. Estoy escribiendo estas líneas
como un pequeño homenaje a este amigo al cual visite hace 3 años ya que vivimos
en países distantes, sin imaginar que ese sería nuestro último encuentro en
esta vida ya que él se marchó poco tiempo después. Siempre se valora más lo que
se pierde. El abrazo de siempre, querido amigo!
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