Por Manuel Basurto V.
Seguramente muchos de uds igual que yo en algún determinado momento nos hemos preguntado ¿existe el destino, y de ser así, donde encaja nuestra capacidad de decisión, lo que se conoce comúnmente como "libre albedrío"? He podido constatar que existen dos grupos polarizados,
los que acreditan que todo está trazado por nuestro destino y los que creen que cada quien determina su vida de acuerdo a sus propias decisiones. Es frecuente que los que profesan
una determinada fe religiosa atribuyan todo o casi todo a la voluntad de Dios, así como todo lo aparentemente malo se lo achaquen al diablo o satanás; pero cuando se tiene esa actitud me parece que inconscientemente nos distanciamos de la responsabilidad que nos toca en cuanto a los resultados de nuestras decisiones en nuestra propia vida.
Me llamó mucho la atención enterarme que durante varios siglos de la edad media la humanidad no tubo casi cambios ni alteraciones importantes debido principalmente a que la hegemonía en cuanto a las decisiones políticas y sociales las tomaban los gobiernos y las instituciones religiosas las cuales se atribuían haber sido designadas por mandato divino y de mantener una comunicación directa con Dios. Se creía que el hombre transitaba por el mundo solo temporalmente (lo cual es cierto), camino a una vida posterior en la que recibiría su recompensa o castigo conforme a su actuar en este mundo, creyendo en cierta manera que todo estaba ya determinado por Dios, visto así lo único que le atañía era comportarse bien de acuerdo a los cánones impuestos por la época sin ningún protagonismo importante en los designios de su vida y la sociedad.
Y me parece a mí que esto sigue ocurriendo cada vez que dejamos de lado nuestra responsabilidad y sometemos nuestras creencias y por tanto nuestra voluntad a otros y he visto que esto se da en todos los ámbitos desde la pareja, hasta padres e hijos, el trabajo, la iglesia y los gobiernos.
Hay un pensamiento que define muy bien esto:"El mayor deseo del hombre es el deseo del otro" es decir que por alguna razón lo que más deseamos es que el otro someta sus deseos a los nuestros, hay mucho para reflexionar sobre este punto.
Pero volviendo al tema de este artículo podría decir que he llegado a la conclusión que nuestra vida aquí se determina por ambos factores; el destino y nuestras decisiones. Todos sabemos que nuestro destino final está determinado así como nuestra aparición en este mundo, ahora bien, dentro de ese espacio hay un buen periodo de tiempo en que nuestra vida se ve influenciada en gran parte por otros, nuestros padres, maestros y amigos además del bagaje cultural, social y político del entorno en que nos desarrollamos. Pero llega un momento o debería llegar en que tenemos que asumir la responsabilidad por nuestra vida y creo que es en ese momento que comenzamos a ejercer de manera consciente nuestra facultad de libre elección y por tanto también a asumir las consecuencias de esas decisiones.
Si partimos de que los dos factores más importantes de nuestra existencia están pre-determinados como son el nacimiento y la muerte no sería descabellado pensar que el periodo entre ambos también contenga un propósito pre-establecido, a eso podemos llamarlo voluntad de Dios, fuerza de intención, designio divino, inteligencia superior o como mejor nos parezca, lo cierto es que en tanto que nuestra voluntad y nuestras decisiones estén alineadas o en armonía con esa inteligencia mejor nos irá y mejor cumpliremos nuestro propósito.
Entonces el libre albedrío lo tenemos y lo podemos ejercer en tanto se trate de acercarnos o alejarnos de esa intención divina que nos trajo aquí. Obviamente que si por nuestra voluntad decidimos ignorar esos designios más perdidos andaremos y más tropiezos encontraremos y viceversa, cuanto más de cerca conozcamos y sigamos ese propósito y esa intención más felices seremos porque como he mencionado antes, ¿que podría hacernos más felices que encontrar y vivir de acuerdo al propósito para el que existimos?
Seguramente muchos de uds igual que yo en algún determinado momento nos hemos preguntado ¿existe el destino, y de ser así, donde encaja nuestra capacidad de decisión, lo que se conoce comúnmente como "libre albedrío"? He podido constatar que existen dos grupos polarizados,
los que acreditan que todo está trazado por nuestro destino y los que creen que cada quien determina su vida de acuerdo a sus propias decisiones. Es frecuente que los que profesan
una determinada fe religiosa atribuyan todo o casi todo a la voluntad de Dios, así como todo lo aparentemente malo se lo achaquen al diablo o satanás; pero cuando se tiene esa actitud me parece que inconscientemente nos distanciamos de la responsabilidad que nos toca en cuanto a los resultados de nuestras decisiones en nuestra propia vida.
Me llamó mucho la atención enterarme que durante varios siglos de la edad media la humanidad no tubo casi cambios ni alteraciones importantes debido principalmente a que la hegemonía en cuanto a las decisiones políticas y sociales las tomaban los gobiernos y las instituciones religiosas las cuales se atribuían haber sido designadas por mandato divino y de mantener una comunicación directa con Dios. Se creía que el hombre transitaba por el mundo solo temporalmente (lo cual es cierto), camino a una vida posterior en la que recibiría su recompensa o castigo conforme a su actuar en este mundo, creyendo en cierta manera que todo estaba ya determinado por Dios, visto así lo único que le atañía era comportarse bien de acuerdo a los cánones impuestos por la época sin ningún protagonismo importante en los designios de su vida y la sociedad.
Y me parece a mí que esto sigue ocurriendo cada vez que dejamos de lado nuestra responsabilidad y sometemos nuestras creencias y por tanto nuestra voluntad a otros y he visto que esto se da en todos los ámbitos desde la pareja, hasta padres e hijos, el trabajo, la iglesia y los gobiernos.
Hay un pensamiento que define muy bien esto:"El mayor deseo del hombre es el deseo del otro" es decir que por alguna razón lo que más deseamos es que el otro someta sus deseos a los nuestros, hay mucho para reflexionar sobre este punto.
Si partimos de que los dos factores más importantes de nuestra existencia están pre-determinados como son el nacimiento y la muerte no sería descabellado pensar que el periodo entre ambos también contenga un propósito pre-establecido, a eso podemos llamarlo voluntad de Dios, fuerza de intención, designio divino, inteligencia superior o como mejor nos parezca, lo cierto es que en tanto que nuestra voluntad y nuestras decisiones estén alineadas o en armonía con esa inteligencia mejor nos irá y mejor cumpliremos nuestro propósito.
Entonces el libre albedrío lo tenemos y lo podemos ejercer en tanto se trate de acercarnos o alejarnos de esa intención divina que nos trajo aquí. Obviamente que si por nuestra voluntad decidimos ignorar esos designios más perdidos andaremos y más tropiezos encontraremos y viceversa, cuanto más de cerca conozcamos y sigamos ese propósito y esa intención más felices seremos porque como he mencionado antes, ¿que podría hacernos más felices que encontrar y vivir de acuerdo al propósito para el que existimos?
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