13 feb 2013

Como podemos afrontar nuestros Temores.

Por Manuel Basurto V.
Los seres humanos al ser pensantes somos en cierta forma complejos o quizás debiera decir que nuestra mente con frecuencia nos hace la vida compleja. Algo que seguro todos tenemos que reconocer son nuestros temores,

temor a la muerte, temor a la enfermedad, temor a la pobreza, temor al fracaso, temor a la perdida y un largo etcétera. Uno de nuestros mayores temores aparte de los ya enumerados es el temor a la soledad. 

Posiblemente les habrá ocurrido que nuestras mayores angustias las sufrimos en horas de la noche, justamente cuando estamos solos, sea porque nuestra pareja y todos los demás duermen o simplemente por no contar con compañía alguna. Una de las escenas más impactantes de ese tipo de angustia está relatada en la biblia padecida por el propio Jesús en el huerto de Getsemaní, de ahí la popular frase: pasé por mi Getsemaní. En el relato Jesús inclusive pide a sus discípulos que lo acompañen a orar y uno se puede imaginar el grado de angustia sufrido ya que según la historia sudaba gotas de sangre. 


No pretendo aquí dar una formula para deshacerse del temor porque la verdad yo mismo considero no he logrado mucho al respecto. Lo que si he hecho es dedicar un tiempo a reflexionar y analizar el porqué a veces soy presa fácil de estos temores y he tratado y sigo tratando de encontrar las causas que hacen que en determinados momentos estos se apoderen de mi. 

Quiero solo compartir algo de lo que he podido detectar en mi mismo y que al tomar conciencia de ello me está ayudando a superar esos momentos que a mi modo de ver hacen mucho daño y pocas veces traen soluciones. He preferido usar la palabra afrontar en vez de enfrentar, ya que esta última significa luchar contra, mientras que afrontar es casi lo mismo, solo que no significa tener que luchar, sino más bien encarar, tomar conciencia que están ahí, que los estamos sintiendo y que si nos resistimos lo único que conseguimos es fortalecerlos. 



Me viene la imagen de un corredor de olas que al ver el tamaño y la potencia de la ola decide afrontarla de manera que pueda deslizarse sobre y no luchar contra ella. Cuanto mayor sea su experiencia y habilidad mayor será su avance y menos peligro sufrirá de ser revolcado por la ola, muy por el contrario llegará el momento en que sabrá que cuanto más grande sea más impulso y velocidad obtendrá incluso haciendo piruetas y maniobrando en completo dominio como si la ola y él fueran uno, que mayor emoción y hazaña podría haber para un surfista. Al contrario de un novato el profesional y experimentado no se asustará del tamaño o fuerza de las olas, sino que será justamente esas las que más buscará.

Así que podríamos decir que como el corredor de olas profesional, un factor determinante para afrontar nuestros temores es el conocimiento y la experiencia, en este caso el conocimiento de uno mismo para reconocer cuando nos atemorizamos y de que en particular. También tendríamos que tener muy en cuenta, como el surfista lo tiene, de ciertas realidades del océano, en nuestro caso de la vida, como el hecho de que si o si habrán olas que nos podrán golpear y arrastrar con mucha fuerza, que seguro sufriremos algunas heridas y de los riesgos de nadar en las profundidades. 


Tenemos que conocer nuestras propias limitaciones y aprender a distinguir entre lo real y lo imaginario, lo que nuestra mente le puede agregar a la situación y que es muchas veces lo que más nos hace sufrir. Como alguien dijo:


"Soy un hombre viejo y he sufrido muchas y grandes desgracias, muchas de las cuales nunca sucedieron.” Mark Twain. 


Algo que ayuda mucho es recordar todas las veces que salimos adelante gracias a una ayuda incluso sobrenatural que tornó la situación y la volvió inclusive en lo mejor que podría habernos pasado, lo cual demuestra que en cada existencia hay un designio divino que debe cumplirse y nos hacemos sabios al aceptarlo.

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