Me imagino que el ideal de cualquier persona que dice profesar una fe es vivir de la manera más coherente posible con aquello que cree. Me parece que este ideal es aplicable también
a cualquier otra de las creencias o principios que uno pueda tener. Por ejemplo si decimos o creemos tener un código de ética basados en la honestidad y equidad en los negocios es de esperar que a la hora de realizar los mismos demostremos que efectivamente aplicamos esos principios. Sería incongruente y hasta deshonesto presentarnos con esa postura y a la hora de los hechos actuar de manera contraria, es decir estafando o engañando.
a cualquier otra de las creencias o principios que uno pueda tener. Por ejemplo si decimos o creemos tener un código de ética basados en la honestidad y equidad en los negocios es de esperar que a la hora de realizar los mismos demostremos que efectivamente aplicamos esos principios. Sería incongruente y hasta deshonesto presentarnos con esa postura y a la hora de los hechos actuar de manera contraria, es decir estafando o engañando.
Posiblemente todos nos damos cuenta que muchos de los que decimos profesar la fe cristiana en cualquiera de sus ramificaciones, sean católicos, protestantes, evangélicos, luteranos, etc, con nuestros hechos dejamos mucho que desear. Y esto parece venir desde larga data, tanto así que Gandhi en su época lo definió muy bien cuando dijo:
No sé de nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesús. De hecho, no encuentro nada malo en el cristianismo. El problema está en ustedes los cristianos, pues no viven en conformidad con lo que enseñan.
Últimamente he estado reflexionando mucho acerca de esto porque tengo la impresión que tratar con un "cristiano" de la categoría de los que menciona Gandhi resulta hoy en día más riesgoso que tratar con un incrédulo o no creyente. Y posiblemente esto se deba al mal uso que los cristianos nacidos de nuevo le dan a sus conocimientos espirituales y su fe. Siendo que en vez de usarlos para dar un buen testimonio de la misma, la convierten en una herramienta para usufructuar por medio de ella.
Lo más inquietante de todo es que se ha vuelto moneda común actuar de esa manera y he visto cristianos que hasta se creen con derecho a hacerlo desde el momento en que se han apropiado del título de "ser hijos de Dios" y que por lo tanto pertenecen a una casta espiritual superior que les otorga ese derecho sobre los demás.
El propio Jesús entre muchas de las características que dejó como pauta para identificar a sus seguidores resaltó una en especial cuando dijo:
En esto conocerán que sois mis discípulos, si tenéis amor unos por los otros.
Y creo que este amor no debe suscribirse solo entre cristianos.
Pienso que una de las cosas que nos alejan de vivir coherentemente con lo que creemos son nuestras palabras, es muy frecuente que pensemos y digamos algo pero que con nuestras acciones mostremos lo contrario y al final serán nuestros actos los que hablaran claro y fuerte de lo que en realidad somos; como lo indicó un gran maestro:
sabio y feliz será aquel que pueda vivir en armonía con lo que piensa, habla y hace. Y la biblia misma lo ratifica cuando dice: Hijos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
Lo más inquietante de todo es que se ha vuelto moneda común actuar de esa manera y he visto cristianos que hasta se creen con derecho a hacerlo desde el momento en que se han apropiado del título de "ser hijos de Dios" y que por lo tanto pertenecen a una casta espiritual superior que les otorga ese derecho sobre los demás.
El propio Jesús entre muchas de las características que dejó como pauta para identificar a sus seguidores resaltó una en especial cuando dijo:
En esto conocerán que sois mis discípulos, si tenéis amor unos por los otros.
Y creo que este amor no debe suscribirse solo entre cristianos.
Pienso que una de las cosas que nos alejan de vivir coherentemente con lo que creemos son nuestras palabras, es muy frecuente que pensemos y digamos algo pero que con nuestras acciones mostremos lo contrario y al final serán nuestros actos los que hablaran claro y fuerte de lo que en realidad somos; como lo indicó un gran maestro:
sabio y feliz será aquel que pueda vivir en armonía con lo que piensa, habla y hace. Y la biblia misma lo ratifica cuando dice: Hijos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
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