Por Manuel Basurto V.
Sabina y Serrat |
A muchos de nosotros nos gustaría poder realizar cambios que creemos necesarios tanto en lo personal, laboral o familiar. Cambiar es también sinónimo de renovación y por lo tanto de mantenerse fresco y joven.
Aunque desde que nacemos vamos envejeciendo
y caminando lenta pero inexorablemente hacia nuestro destino final, es posible mantener la juventud mental e interior al margen de la edad que se tenga, ya que existen "viejos" que se sienten jóvenes y "jóvenes" que envejecen prematuramente. Quedando establecida así una diferencia entre la vejez mental y de espíritu y la física y etaria.
Aunque desde que nacemos vamos envejeciendo
y caminando lenta pero inexorablemente hacia nuestro destino final, es posible mantener la juventud mental e interior al margen de la edad que se tenga, ya que existen "viejos" que se sienten jóvenes y "jóvenes" que envejecen prematuramente. Quedando establecida así una diferencia entre la vejez mental y de espíritu y la física y etaria.
Llama mucho la atención ver jóvenes envejecidos en mente y espíritu, lo que me ha llevado a preguntarme ¿cómo se
llega a ese estado? siendo quizás una respuesta, que eso ocurre cuando solidificamos nuestra manera de pensar, es decir cerramos nuestra mente a lo nuevo y nos quedamos inamovibles en lo que pensamos.
Científicamente se
sabe que nuestras células mueren diariamente pero de igual manera nacen otras o se
regeneran y ahí encuentro un buen ejemplo del secreto de la juventud. ¡Renovarse! que no es otra cosa que cambiar o mejorar algo que degenero o caducó, y lo mismo tendría que pasar con nuestra mente y los pensamientos que esta genera.
Hoy más que nunca ha cobrado gran importancia nuestra apariencia física
y muchos viven centrados en cultivarla y desarrollarla al máximo, conservar la
belleza y buena salud, etc, y todo eso está muy bien. Solo que creo debe ir
acompañada de una renovación mental e interior, porque queramos o no esto repercute
en como envejecemos integralmente.
Otro factor limitante a la hora de cambiar es temer abrir nuestra mente, porque tendemos a creer que hacerlo significa poner en riesgo o tener que traicionar los principios o convicciones que han sustentado nuestra vida hasta hoy, principalmente cuando se trata de creencias muy enraizadas como pueden ser las religiosas, políticas, etc. Por eso me gusta mucho la definición que da el doctor Wyne Dyer de lo que significa tener una mente abierta:
"Una mente abierta a todo quiere decir,
una mente pacifica que irradie amor, que practique el perdón, que sea generosa,
que respete toda la vida y, lo más importante, que se visualice como un ser
capaz de hacer cualquier cosa que pueda concebir en su mente y en su corazón;
no importa su edad, o condición. Una mente abierta le permite explorar, crear y
crecer.
Una mente cerrada sella con cerrojo
dichas interpretaciones creativas".
Algo que he experimentado cuando me he abierto a considerar con atención nuevos y diferentes pensamientos a los míos, es que con frecuencia mis propias convicciones se han visto reafirmadas al ser corroboradas desde otra óptica, y en otros casos estas diferencias me han ayudado a revisar las mías y a cambiar las que he considerado bien hacer, pero partiendo de una reflexión y análisis más amplio y profundo. Resultando siempre en una experiencia enriquecedora.
Algo que he experimentado cuando me he abierto a considerar con atención nuevos y diferentes pensamientos a los míos, es que con frecuencia mis propias convicciones se han visto reafirmadas al ser corroboradas desde otra óptica, y en otros casos estas diferencias me han ayudado a revisar las mías y a cambiar las que he considerado bien hacer, pero partiendo de una reflexión y análisis más amplio y profundo. Resultando siempre en una experiencia enriquecedora.
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