5 oct 2013

¿Somos todos felices con nuestra rutina?

Una pequeña reflexión sobre nuestro día a día...

Por Manuel Basurto V.
No podemos negar que la rutina existe y que todos de alguna manera tenemos una. Hasta nuestro cuerpo funciona y necesita seguir una rutina ya que si vivimos desordenadamente en algún momento sentiremos las consecuencias. Inclusive viendo el lado positivo nos damos cuenta que una rutina ofrece estabilidad y
cierta seguridad, sentimientos que todos necesitamos. Por otro lado no se si consciente o inconscientemente para muchos la vida se ha convertido en algo muy rutinario. Necesitamos cumplir horarios de trabajo, de estudios, atender a nuestra familia, pagar las cuentas puntualmente, el año está marcado por fechas especiales, etc. Y es indudable que casi todo lo que hacemos tiende a funcionar rutinariamente. 

Pero es bien sabido que el ser humano aparte de seguridad y estabilidad también necesita variedad, necesitamos aprender, descubrir, experimentar, ser espontáneos y creativos y eso va un poco de contramano con la rutina. Así que muchas veces nos encontramos en una disyuntiva que nos puede crear mucha frustración e insatisfacción al estar haciendo cosas rutinariamente que muchas veces odiamos hacer y que si pudiéramos con mil gustos abandonaríamos.

Pero, otra vez el pero...¿se trata de abandonar lo que estamos hartos de hacer? y ¿qué si no lo podemos hacer? ¿qué hacer en esos casos? ¿se trata de escapar de una rutina para luego quizás entrar en otra?  Hay una infinidad de preguntas que podemos hacernos y es bueno que nos las hagamos, aunque a muchas no le encontremos respuesta. 


Quizás al final de cuentas no se trata tanto de huir de la rutina, sobretodo cuando no se puede, sino más bien de cambiar nuestra percepción y hacer las cosas de otra manera, es decir poniendo toda nuestra atención en ello, estando ahí con todo nuestro ser y no simplemente en piloto automático como suele suceder cuando estamos presos de la rutina ya que eso es lo negativo de ella, que debido a la fuerza de la costumbre al tener que pasar siempre por los mismos lugares, hacer las cosas siempre a la misma hora, ver siempre a la misma gente, etc, hace que vivamos muy distraídos en nuestra mente y ajenos a lo único real que existe, que es todo aquello que contiene el momento presente


Estando así es fácil perder el sentido de estar realmente vivos lo cual significa en sintonía y atención con nuestro propio cuerpo y mente y todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, donde si mirásemos bien veríamos que cada instante está ocurriendo un milagro, así lo ilustra el siguiente relato:


Cierta vez, un grupo de Sabios, atraídos por la fama del más grande de todos los sabios de todos los tiempos, el gran Heráclito de Efeso, concurrieron a su cabaña para verlo hacer algo grandioso o un portento por el cual ellos se vieran sorprendidos. Cuando estuvieron en el interior de la cabaña de Heráclito y como este no hiciera más que lo rutinario entre otras cosas preparar algo de beber caliente y nada más, el grupo de sabios decidió retirarse algo desilusionado. 


Cuando esto hacían, el gran Heráclito les espetó: "Aquí también hay Dioses"

¿Que quiso decir el gran Heraclito con esta afirmación de  "Aquí también hay Dioses"?

Que tras las cosas aparentemente sencillas, rutinarias, triviales y sin ningún valor aparente ni que revistan grandiosidad ni majestuosidad...también hay grandeza, empero, hay que saber contemplarla, buscarla, regodearse y satisfacerse en ellas. Así pasa con lo singular y común, con la sonrisa del niño, con la hora de los alimentos, el compartir una buena charla o contemplar la naturaleza.


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