¿En las compras alocadas? ¿En las tradiciones
familiares? ¿Una conmemoración del nacimiento de Jesús? ¿O una combinación de
todas estas respuestas, y más? Si usted ha vivido en Estados Unidos mucho
tiempo, tal vez le cueste centrarse en un aspecto y no en los demás. Y si es un
cristiano, tal vez quiera centrarse en el nacimiento de Jesús, pero pasa gran
parte del mes de diciembre
de compras o en tradiciones. Y entonces tal vez
termine "las fiestas", como ha llegado a conocerse este
tiempo sintiéndose culpable porque usted no se centró en Jesús como "la
razón de la estación". Tal vez hasta quiere preguntarse si es realmente
necesaria la estación, porque está exhausto, quebrado, y aliviado cuando ha
terminado todo, hasta el próximo año.
Así que queremos preguntarnos: "¿Es
necesaria la Navidad?".
Para encarar esta pregunta nos
centraremos primeramente en la historia de la celebración y las costumbres que
la acompañan. Luego nos concentraremos en el hecho de si la economía, las
tradiciones o la teología la hacen necesaria.
BREVE HISTORIA DE LA NAVIDAD.
La iglesia primitiva no nos ha dejado
ninguna indicación de que la Navidad formara parte de su calendario anual.
Ciertamente el Nuevo Testamento no incluye un énfasis en este sentido. Philip
Shaff, un historiador de la iglesia, sugiere tres razones para esto."
En primer lugar, el Antiguo Testamento no
presentaba ningún festival correspondiente, como en el caso de la Pascua o
Pentecostés. En segundo lugar, el día y el mes del nacimiento de Cristo no
aparecen en ninguna parte de la historia del evangelio, y no pueden ser
determinados con precisión. Además, la iglesia se detuvo ante todo en la muerte
y la resurrección de Cristo el hecho completado de la redención, y lo
convirtió en el centro del culto semanal y del año eclesiástico.
Así que la celebración de la Navidad
apareció relativamente tarde en la historia de la iglesia. Y apareció como
resultado de un cambio en la forma en que los cristianos trataron con la
cultura que los rodeaba. Para ver la progresión de este cambio, será útil que
consideremos las primeras festividades paganas que terminaron siendo transformadas
por la iglesia.
Algunos eruditos afirman que el primer
precursor de la celebración de la Navidad puede encontrarse dentro de una
religión persa que influyó en la vida romana. Una de las grandes festividades
de la antigua Roma estaba relacionada con el solsticio de invierno, que se
celebraba el 25 de diciembre como el Día Natal del Sol Invicto y estaba
vinculado con la religión persa del mitraismo, uno de los rivales del
cristianismo primitivo. La iglesia se apropió de este día para volver la atención
de los cristianos del antiguo festival pagano hacia la celebración del
"sol de justicia".
En realidad, "la festividad de la
Navidad fue probablemente la transformación o regeneración cristiana de una
serie de festivales paganos afines que se celebraban en Roma en el mes de
diciembre, en conmemoración de la era dorada de libertad e igualdad universal y
en honor del sol invicto, y que eran grandes días festivos, especialmente para
los esclavos y los niños".
¿Debería esta historia hacernos sentir
incómodos? ¿Deberíamos considerar disolver el tiempo de Navidad? Obviamente,
algunos han contestado: "¡Sí!" a estas preguntas, en el pasado y en
el presente. Pero tal vez una respuesta más sabia sea prestar atención a las
viejas tradiciones de la iglesia y decidir si esas tradiciones tienen un objetivo
legítimo. Entonces nos vemos desafiados a decidir si debemos aislarnos de
nuestra cultura, volvernos como nuestra cultura o transformar nuestra cultura.
Ahora que hemos recorrido la historia y las costumbres de Navidad, ¿podemos concluir que algo de esto es necesario en nuestro tiempo? Consideraremos la economía, las tradiciones y la historia/teología al intentar contestar esta pregunta.
¿Es necesaria la navidad económicamente?
C. S. Lewis, en su modo brusco y lógico,
nos da razones para considerar la cuestión de la necesidad económica de la
Navidad. Escribió:
"Hay tres cosas que se conocen por el nombre de Navidad:
"Hay tres cosas que se conocen por el nombre de Navidad:
Una, es festividad religiosa. Esto es importante y
obligatorio para los cristianos; pero, dado que no puede ser de interés para
nadie más, naturalmente no diré más al respecto aquí.
La segunda (con complejas
conexiones históricas con la primera, que no necesitamos ver), es un feriado
popular, una oportunidad de alegría y hospitalidad.
Pero la tercera cosa que se
denomina Navidad, lamentablemente, tiene que ver con todos. Quiero decir, por
supuesto, el alboroto comercial".
Lewis sigue diciendo lo siguiente acerca
del "alboroto comercial":
En general, da mucho más dolor que placer. La mayor parte es involuntaria.
Se entregan cosas como regalos que ningún
mortal ha comprado jamás para sí mismo. La molestia.
Esta reflexión nos deja con un desafío. Si queremos reducir el énfasis del lado comercial de la Navidad, ¿cómo lo
hacemos sin afectar la economía? Tal vez la ganancia económica que viene del
tiempo de Navidad pueda ser suplantada por alguna otra fiesta o énfasis. Pero,
¿cuál sería ésta?
¿ES NECESARIA LA NAVIDAD TRADICIONALMENTE?
La
mayoría de nosotros vivimos con tradiciones. Hay tradiciones nacionales,
tradiciones familiares, tradiciones religiosas, tradiciones deportivas,
tradiciones militares, etc. que afectan nuestras vidas. Parece ser que las tradiciones forman gran parte de los que
significa ser humano.
El tiempo de Navidad está lleno de
tradiciones. Cuando comenzamos a centrarnos en la Navidad al final de cada año,
generalmente significa que comenzamos a prestar atención al restablecimiento de
cosas transmitidas por la generación anterior a la nuestra. Un árbol se pone en
el mismo lugar; las mismas decoraciones la mayoría de las cuales tienen su
propia historia, son sacadas del lugar de almacenamiento; se escriben tarjetas;
se compran regalos; y dedicamos una gran cantidad de energía a un día
específico con la renovada esperanza de que seamos imbuidos por un sentido de
paz y gozo.
Aun cuando estos sentimientos no nos caractericen cuando ha
finalizado la celebración, los buscaremos el próximo año.
Así que, ¿es necesaria la Navidad
tradicionalmente? Para contestar esto, quiero ofrecer tres comentarios.
Primero.- las tradiciones de Navidad pueden ser partes estimulantes o agobiantes
de nuestra vida. Depende de nosotros decidir qué serán.
Segundo.- las
tradiciones que juntan a familias y amigos deberían ser eventos positivos. Su
naturaleza positiva depende de nosotros.
Tercero.- las tradiciones que apuntan a
la verdad de la Encarnación son recordatorios de la gloriosa provisión de Dios
para nosotros. La forma en que construyamos nuestras tradiciones nos acercará o
alejará de esta verdad.
¿ES NECESARIA LA NAVIDAD HISTÓRICAMENTE/TEOLÓGICAMENTE?
De nuestras tres preguntas, esta es la
única que tiene una respuesta afirmativa definida. Sin la Encarnación no hay
esperanza, y la Navidad quedaría entregada por completo a la economía y las
tradiciones desprovistas de Cristo.
C. S. Lewis aporta dos ilustraciones
memorables de la Encarnación al pensar en lo que significa afirmar que Dios
descendió a nosotros:
"En la historia cristiana, Dios
desciende para volver a ascender. Baja; baja de las alturas del ser absoluto al
tiempo y al espacio, baja a la humanidad. Pero baja para volver a subir y
llevar a todo el mundo arruinado arriba con Él. Uno tiene la imagen de un
hombre fuerte agachándose cada vez más bajo para colocarse debajo de algún gran
peso complicado.
Debe agacharse para levantar, debe casi desaparecer bajo la carga antes de enderezar su espalda increíblemente y salir con toda la masa balanceándose sobre sus hombros. O uno puede pensar en un buzo, que primero se reduce a la desnudez, luego echa una mirada a media altura, luego se pierde de vista en una salpicadura, desaparecido, bajando rápidamente por el agua verde y cálida hacia el agua negra y fría, bajando a través de una presión cada vez mayor hacia una región mortecina de fango y cieno y putrefacción reciente; luego subiendo nuevamente, al color y la luz, sus pulmones a punto de estallar, hasta que de pronto rompe la superficie nuevamente, sosteniendo en su mano el objeto goteante y precioso que fue a buscar abajo.
Ambos ahora tienen color al salir a la luz: abajo, donde yacía incoloro en la oscuridad, él también perdió su color". Que nosotros "rompamos la superficie" de nuestras perspectivas de la Navidad para que podamos recobrar la cosa preciosa que es verdaderamente: la celebración del nacimiento de Jesús, el Salvador.
Debe agacharse para levantar, debe casi desaparecer bajo la carga antes de enderezar su espalda increíblemente y salir con toda la masa balanceándose sobre sus hombros. O uno puede pensar en un buzo, que primero se reduce a la desnudez, luego echa una mirada a media altura, luego se pierde de vista en una salpicadura, desaparecido, bajando rápidamente por el agua verde y cálida hacia el agua negra y fría, bajando a través de una presión cada vez mayor hacia una región mortecina de fango y cieno y putrefacción reciente; luego subiendo nuevamente, al color y la luz, sus pulmones a punto de estallar, hasta que de pronto rompe la superficie nuevamente, sosteniendo en su mano el objeto goteante y precioso que fue a buscar abajo.
Ambos ahora tienen color al salir a la luz: abajo, donde yacía incoloro en la oscuridad, él también perdió su color". Que nosotros "rompamos la superficie" de nuestras perspectivas de la Navidad para que podamos recobrar la cosa preciosa que es verdaderamente: la celebración del nacimiento de Jesús, el Salvador.
CONCLUSIÓN: Ningún aspecto de la celebración
contemporánea de la Navidad es necesario en un sentido absoluto.
Pero existe
una necesidad económica; esto puede ser cambiado con gran esfuerzo. Podría
idearse otro énfasis económico en otro momento del año para diferentes razones.
Existe una necesidad tradicional, pero esto puede cubrirse a través de otras
celebraciones. Por cierto, esta necesidad se cubre actualmente a través de
muchos otros medios.
Existe una necesidad histórica/teológica que no puede ser
alterada. Si Dios no se hubiera hecho carne, entonces no habría esperanza para
la humanidad. No habría ningún nacimiento de Cristo, ninguna muerte por
nosotros y ninguna resurrección de la muerte a la vida. ¡Alabado sea Dios
porque se humilló y se volvió como un hombre!
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