14 nov 2014

Éxito y Fracaso, dos impostores que debe ser tratados por igual.

Por Manuel Basurto V.
Está comprobado que en el transcurso de la vida desde nuestra infancia y aun desde la concepción, vamos asimilando influencias, experiencias, datos e informaciones que contribuyen en cierta manera a determinar lo que pensamos y nuestra percepción del mundo. Se puede decir que de acuerdo a como pensamos somos,
o nos convertimos en lo que pensamos o como dice la Biblia: tal cual piensa en su corazón tal es el. Ahora bien, que ocurre cuando esta forma de pensar la adquirimos de manera inconsciente y condicionada, por ejemplo vemos que mediante el sistema educativo se trasmite a los niños desde temprana edad el sentido de que la vida es una competencia donde existen ganadores y perdedores y que lo más importante es convertirse en "ganador" sin importar el costo o los medios para llegar a serlo.

Esto se ve muy bien reflejado mayormente en los hijos de gente adinerada y pudiente que desde niños actúan con esas características sobre el resto de sus compañeros. Estos chicos que después crecen y se convierten en adultos influyentes de la sociedad, lo hacen bajo esa filosofía de vida donde los demás solo representan elementos que pueden usar o desechar de acuerdo a los objetivos que ellos quieran alcanzar, trátese de ganancias económicas, poder o simple bienestar.

He hablado y debatido con jóvenes sobre esto, quienes por lo que ven en la sociedad actual están convencidos de que no existe otra forma de triunfar en la vida que no sea a la manera de "que el pez más grande se coma al más chico" o "el astuto se aproveche del inocente". Muchos están convencidos también de que vivir bajo otros principios y valores como la solidaridad, honestidad, cooperación, etc, significaría no contar con los medios "reales" para alcanzar el éxito. Incluso piensan que vivir de acuerdo a principios nobles solo les acarrearía llevar una vida de escasez y pobreza.

Muchas veces me he preguntado qué quiso decir Rudyard Kipling en su famoso poema SI: "si el triunfo o la derrota no te imponen su ley y los tratas lo mismo, como a dos impostores...entonces serás un hombre hijo mío".
Cuando miramos con atención la vida de gente aparentemente exitosa podemos observar que el éxito y el fracaso están separados por una linea muy fina, hay cantidad de ejemplos que vemos cotidianamente de gente "exitosa" que terminan esclavos de las drogas, el alcohol, dietas nocivas, etc, y muchos de ellos hasta suicidándose por no encontrar un sentido para sus vidas a pesar de haber llegado al cenit de sus carreras, lugar donde muchos envidiarían estar.

Personalmente me parece que Kipling estaba acertado al decir que el éxito y el fracaso son dos impostores que suplantan la realidad, es más, diría que ambos son una fantasía del ego al que le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores, digo fantasía porque es imposible ganar todo el tiempo, ya que siempre existirá alguien más rápido, más astuto, más joven o más fuerte que tu, por lo que ese tipo de comparación con los demás solo nos llevará a sentirnos desdichados e inferiores con bastante frecuencia.

Tampoco estoy diciendo que el éxito consista en vivir privado de lo necesario o esclavizado en un trabajo que solo nos permita sobrevivir. Hay que tener en cuenta que en la vida indefectiblemente pasamos por diferentes ciclos, algunos de abundancia y otros de escasez, unos de ganar y otros de perder, así que para liberarnos de esos prejuicios tendríamos que aplicar lo de "tratar a esos dos impostores por igual".

La posesión de bienes materiales, sin paz interior, es como morir de sed cuando nos bañamos en un lago. Si bien es de evitar la pobreza material, debemos aborrecer la pobreza espiritual. Porque es la pobreza espiritual y no la carencia material, la que constituye la base del sufrimiento humano.
Paramhansa Yogananda

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