La muerte nos llega a todos, al santo y al pecador por igual, al rico y al pobre, a la ameba y a la Vía Láctea; ella viene de noche o en la brillante luz del día, llega inesperadamente, a menudo sin previo aviso;
la muerte no sabe nada acerca de tus planes, de tus sueños sobre lo que debería de ser. Ella es salvajemente inconmovible, honesta, un espíritu libre, un amante, y es irremediablemente incomprendida.
Ella apagará la película en medio de cualquier escena, de cualquiera. Ella no discrimina. La gran escena de amor, la escena de increíble éxtasis, la escena en donde por fin todo está saliendo bien, la escena donde la muerte parece tan distante; ella se escurrirá en medio de la escena y te susurrará al oído: "Esto ha sido todo... Suéltate...".
Sin ella, la vida perdería todo su significado, porque el significado está hecho sólo en relación a, o a partir de la muerte y la finitud y la limitación. La nada infinita no puede significar nada para la nada infinita. La muerte nos conecta con los ritmos de la vida.
Si viviéramos para siempre, daríamos todo por sentado. Cada encuentro con un amigo o amante perdería su encanto. Tendríamos un tiempo infinito para hacer las paces, para sanar, para dar lo que tenemos para dar. No habría necesidad o deseo de tocar nuestro dolor, nuestros más profundos anhelos, de ponerle atención a nuestras heridas. Podríamos poner todo en pausa durante diez mil años. Las palabras que tanto deseamos decir hoy, la verdad que queremos expresar... podríamos abandonar eso indefinidamente y no tendría la menor importancia. Nuestros días perderían su urgencia agridulce. Nos desconectaríamos del misterio de nuestros corazones.
El ego, con sus miedos, reinaría determinantemente.
El tiempo infinito haría que la vida se hiciera de muchas maneras imposible de vivir, la película imposible de ver, la historia mortalmente aburrida y terrible para contemplar. Nos perderíamos a nosotros mismos al observar la posibilidad real de un dolor interminable, tristezas sin fin, sin ningún remedio.
Para muchos, la idea de un fin en realidad hace que el día sea soportable, genera alivio. Estar conscientes de la impermanencia puede incluso agregarle cierta dulzura a nuestros días, y nos ayuda a conectarnos con gratitud, ese bálsamo maravilloso sin el cual la vida se sentiría fría y vacía.
Para muchos, la idea de un fin en realidad hace que el día sea soportable, genera alivio. Estar conscientes de la impermanencia puede incluso agregarle cierta dulzura a nuestros días, y nos ayuda a conectarnos con gratitud, ese bálsamo maravilloso sin el cual la vida se sentiría fría y vacía.
La finitud no es el enemigo. El cuerpo y sus limitaciones, sus secreciones y limitaciones, aunque no sean las nuestras, son maestros de la gracia.
Finitud dentro de lo infinito. Límites danzando en lo ilimitado. Una ecuación que la mente humana nunca ha sido capaz de comprender. Y no es necesario que lo haga.
La muerte se aproxima, así es que dedica tu vida a lo que nunca muere - al amor, a la compasión, y a tu gentil presencia. Expándete en la inmensidad del amor; incluye un universo en tu corazón. Ponle atención al momento; tu atención hace que sea sagrado.
Y cuando la película se esté apagando, quizás recordarás que independientemente de que hayas amado u odiado la película, fue un regalo. Y entonces, amada u odiada, la película en sí se reducirá a un simple recuerdo, y esa última apariencia en forma de pensamiento desaparecerá en la nada. ¿Acaso sucedió algo? ¿Es esto una muerte, o un nacimiento? Cayendo en el no saber. Siendo uno con el misterio. De vuelta al gran Útero del que nunca te separaste, liberado de los estragos del tiempo.
Amaste, amigo, y recorriste tu camino, y a veces te tropezaste, y no resolviste todo lo que tenías previsto resolver antes del fin. Algunas tareas quedaron inconclusas, algunas preguntas sin respuestas, algunas palabras nunca se dijeron, y algunos finales no se llegaron a ver. Pero tal vez la resolución total era la mentira, y tus días sólo estuvieron allí para ser vividos, no para ser envueltos con un lindo moño.
Enfócate en todo lo que se te ha dado, no en lo que se te ha quitado, ni en lo que jamás habrá de ser.
Amaste, intentaste, hiciste más que lo que pudiste haber hecho, tocaste a otros y fuiste tocado profundamente a cambio, le diste vida a tus días, esos días que te fueron dados, reíste y lloraste, y nada de esto es menos significativo por el hecho de que se esté terminando.
La luz de la atención brilla mucho más ahora, la curiosidad es mucho más fuerte, la presencia más cálida, la intimidad más profunda. Todo fue siempre acerca del viaje, amigo, nunca acerca de llegar a determinado destino, o a una línea de meta. Eres demasiado valiente como para quedarte en un destino, estás demasiado vivo como para detenerte en resoluciones.
El significado de tu vida es tu vida, vivida.
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